MeLaNcoLía



Artemisa regala palabras casi todos los días...
Deja asentados allí sus pensamientos como papelitos arrojados al viento.
Artemisa desea muchas veces ser un gran ave con alas de colores,
y las dibuja,
y se dibuja...
se dibuja sonriente,
y quisiera volar lejos, con esas grandes alas que ella sueña tener,
y cuando se mira no se reconoce,
el espejo es tan resplandeciente...

Amanece,
afuera llueve,
finito caen las gotas sobre el vidrio de mi ventana.
Gris me mira el cielo,
inundando mi mirada con gotas negras de olvido.
Pasó la noche,
la luna pálida me observó desde lo alto minuto tras minuto,
a lo mejor con desenfado, quizá con pena.
Ay de las noches que pasan clavando segundos como puñales!
dejando caer minutos a lo largo del sendero interminable de los días.
Ay de mi vida que se parece al vacío, que sangra por dentro, que ríe a medias.
Luego, comenzó a poblarse el cielo de nubes
no sé porque la soledad se volvió pura desolación
y se poblaron de lágrimas mis mejillas
y ya no era tristeza sino honda angustia
y mi luna se perdía, como también mi alma.

Desde mi balcón las sombras de un próximo día dibujan figuras fantasmales,
burlescas imágenes que parecen bailar al son del viento,
al ritmo de esta llovizna invernal.

Y yo,
arrodillada frente a los vidrios cerrados, me abrazo a mis piernas cruzadas.

Ella salta a la soga con un cordel invisible, sonríe y sus manos rozan el cielo azul...
“Ojalá tuviera las piernas mas largas”
Piensa una y otra vez.
Llegaría hasta las estrellas, se abrazaría a alguna de ellas para bajársela a cualquiera que tuviese el alma triste, a quien quisiera tener un pequeño resplandor en su vida, hasta que claro, muera la estrella y solo deje destellos plateados.
Artemisa guarda entre sus papeles duendes traviesos que la observan dormir por las noches; ellos acarician su cabello negro azabache y vuelcan sobre su frente sueños repletos de hadas y verano.

Hoy la melancolía vino a tomar el té conmigo
se quedó sentada, pensativa a mi lado
y su silencio de caricias ausentes no hizo mas que hacerme llorar...

Ella escribe tantas cosas que sus pensamientos quedan asombrados,
confundidos...
Si hasta siente que un día aquellos mismos pensamientos suyos pueden tomar vida y dejarla sola! Huir despavoridos de tantas añoranzas, vaciar su mente de la noche a la mañana, por eso, cuando este miedo la visita, Artemisa prefiere no dormir.

Tengo frío en el corazón,
llueve y quisiera dormir hasta mañana entre tus brazos,
en cualquier abrazo que me dé calor,
que vele por mis sueños,
que sepa de mi lo que le gustaría saber,
que no esconda sus miedos,
que cuide los míos,
que me cuente a que jugaba cuando era chico,
que ponga sus angustias a mis pies para convertirlas en papelitos de colores,
que vuelen lejos, a través de las gotitas de lluvia que oímos caer.

Tengo sueño y no puedo dormir,
ni lo intento por las dudas.
Porque afuera llueve y no le pedí a nadie que me acompañe,
porque mi bronca se parece a esos ojos, a los que me siguen de vez en vez,
esos que no saben nada del porque de mi llanto
si llueve y estoy sola.

Voy a decirte lo que siento y voy a dejar que se empañe mi alma por un rato,
voy a desnudar mis pensamientos para mi,
para apagar las luces y meterme entre las sabanas,
para escuchar las gotas caer en silencio,
sin reproches ni reclamos,
con mi miedo a la oscuridad, sin simular,
sin racionalizar el temor…

La desconfianza se recostó a mi lado y me mira alerta,
me mira y te mira…

Cuando Artemisa era chiquita le encantaba jugar con los charcos de lluvia que se amontonaban en la puerta de su casa, lucía unas botas celestes de plástico que le llegaban hasta las rodillas y se creía parte de la tormenta, alzaba los brazos y brincaba imitando el sonido de los truenos. Ahora Artemisa sigue jugando de la misma manera, pero sólo cuando nadie la ve…

Y otra noche mas que intenta dormir, pero las palabras se arrodillan en su garganta rogando salir…

Quisiera llegar hasta vos y arrodillarme ante tu alma mientras duermas, escuchar como tu corazón, acompasado, se pierde entre aquellos sueños que algunas veces me contabas, sueños de algodón y de lunas apasionadas, sueños que murieron, que renunciaron a mí una tarde de sol radiante.
Quisiera caminar detrás tuyo como una sombra, sin que me notes, ser el último vestigio de mi alma que se desvanece noche tras noche.
Te di mis miedos y los convertiste en hojitas de otoño que se juntan en el patio de mi casa.
Te di mis manos y hoy se vacían de esperas.

La otra noche Artemisa deseó volver a verlo. Esa madrugada lo lloró nuevamente…

¿Me ves?
Ando descalza caminando por tus pensamientos…
Espiando toso eso que no dirías,
y con cada una de tus palabras formo paisajes…
Y por esos mismos paisajes caminamos en silencio,
mirándonos de vez en cuando,
escuchando la eternidad.

Una mañana luminosa de diciembre Artemisa no vio más que gris y sonrió, amaba los días grises.

Y ver como las nubes gordas pasean desafiantes por toda la inmensidad del cielo,
Caminar sintiendo el perfume de la tierra bajo mis pies…
Pensar en él, en su mirada profunda, en la forma de desnudarme con sus ojos oscuros, pero que para mí son claros como el día.
Y sólo en su océano de desconcierto viviría para siempre,
Y no quiero que me ames, quiero que me des amor,
No quiero que me necesites, quiero que me desees,
Que me prepares el café con leche alguna mañana
Que me preguntes si tengo hambre para alimentarme con tus besos
Para volverme un campo verde y siembres en él lo que se te ocurra
Y florecería y daría frutos y te los regalaría todos a vos,
Te mostraría como en una película cada una de mis frustraciones
Sin temor al rechazo,
Para después dejar la cinta en blanco
Para tener un pasado de colores y un futuro con tu nombre
Solo con tu nombre…


Tu nombre y tu lejanía.


A lo mejor mañana Artemisa siga escribiendo palabras llenas de magia...


MariPoSiTa

1 comentario:

  1. te gusta mark ryden..
    que suerte que la gente sepa apreciar a los buenos artistas..
    muy buen blog!

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